BREVE HISTORIA DEL CONVENTO
Se fundó en 1587. Aquí murió San Juan de la Cruz y aquí se levantó al Santo de Fontiveros la primera iglesia, cuando aún era solamente Beato. Construida sobre su primer sepulcro, fue elevada después por los Pontífices a la categoría de Basílica Menor.
Abandonado el convento antiguo por los frailes en 1835, con motivo de la desamortización, fue comprado por algunas familias y utilizado como casa de vecinos, sólo se salvó la pequeña Basílica de San Juan de la Cruz. Hasta la iglesia de San Miguel, Patrón de la ciudad, fue transformada en cuadra.
Restaurar la Orden en España, entrar los Carmelitas en Andalucía y no fundar en Úbeda, era imperdonable. Los Superiores lo deseaban y los Obispos de Jaén insistían en la restauración. El 1 de agosto de 1904 pidió el P. Lucas licencia formal para la fundación, y enterado que salía a la venta la antigua huerta del convento, la compró. El día 14 de octubre de 1905 el P. Eladio de la Virgen del Carmen, tomaba posesión de la Basílica de San Juan de la Cruz, que le entregó el Arcipreste de la ciudad.
A lo largo de las siguientes décadas, se reformó el convento respetando el muro y la puerta, por donde es tradición que entró el Santo, y se amplió la iglesia que fue inaugurada con gran solemnidad en septiembre de 1928. Más adelante, el 29 de septiembre de 1930, la parroquia de Santa María entregó el relicario con los dedos del Santo, que hoy se venera junto con las demás reliquias en el coro de la Basílica.
En paz y entregada a la observancia más estricta, como corresponde a una casa noviciado, vivió esta Comunidad hasta la proclamación de la República. Durante la Guerra Civil el convento fue asaltado y nuestros religiosos dispersados y perseguidos.
Finalizada la guerra, a finales de abril de 1939, un pequeño grupo de Carmelitas iniciaron la limpieza y puesta a punto del convento. En 1942 hubo que ampliar el noviciado construyendo nuevas celdas. La vida de la Comunidad volvió a su curso normal y con gran solemnidad se celebraron, como correspondía a ciudad tan sanjuanista, las fiestas centenarias del nacimiento del Santo de Fontiveros.
El día 17 de noviembre de 1950, el Obispo de Jaén, en presencia de las autoridades civiles y militares, del clero y pueblo de Úbeda y de la Comunidad de Carmelitas, procedió al traslado desde su urna primitiva a la recién construida, una preciosa arqueta de plata. Sólo faltaba restaurar la Basílica y hacerla digna de tan gran tesoro.
En 1953, se iniciaron las obras de embellecimiento y restauración, dirigidas por el artista malagueño D. Francisco Palma Burgos. El 25 de Agosto de 1957, fue inaugurada con grandes festejos la remozada Basílica con la asistencia del Sr. Obispo de Jaén D. Félix Romero Mengibar, y de gran número de religiosos y pueblo congregados en Úbeda ante tan fausto acontecimiento.
Nuevamente vibró Úbeda de fervor sanjuanista el 24 de noviembre de 1959, con motivo de la inauguración, en la plaza de San Pablo, de un monumento al Santo, obra también de Palma Burgos.
En otras muchas ocasiones ha sido festejado el Doctor Místico por los Carmelitas, la ciudad y diversas asociaciones provinciales y nacionales, tal y como aconteció en el año 1991, con motivo de la celebración del IV centenario de su muerte.
En la actualidad, cada noche del 13 de diciembre, noche en que el Santo se fue “a cantar maitines al cielo” se celebra la evocación de su muerte, armonizada por los cantos del Grupo Polifónico que lleva su nombre.
Después, con todos los objetos que tenían alguna relación con San Juan de la Cruz y que habían ido reuniendo con cariño los diversos religiosos de la Comunidad y de la Provincia, se ha formado un pequeño Museo y una Biblioteca Sanjuanista. También se ha construido una Casa de Espiritualidad que se ofrece a cuantos quieran acercarse a ella para encontrarse con Dios.
Correo Electrónico: ubeda@ocdiberica.com
Web: http://sanjuandelacruzubeda.com/
CELEBRACIONES DE LA EUCARISTÍA
TODAS LAS TARDES
8 Invierno; 8,30 Verano
* El 21 de septiembre de 1591, S. Juan de la Cruz escribió desde la Peñuela (La Carolina) una carta a Dña Ana de Peñalosa, hija espiritual suya, enterándola de su inminente venida a Úbeda para “curar unas calenturillas”. Según el dictado de los médicos, la muerte le vino, en medio de grandes sufrimientos y dolores, como consecuencia de la erisipela en una pierna.
* Sufrió durante su enfermedad en Úbeda San Juan de la Cruz, el mal trato del prior del convento, P. Crisóstomo, al que siendo joven le había corregido su forma de actuar, quien al ver el sufrimiento del Santo se arrepintió de su comportamiento, recibiendo como regalo su Breviario, que el mismo Santo le entregó.
EVOCACIÓN
Quizás la más espléndida ventura que cupo a Úbeda a lo largo de la historia es la de haber sido elegida por San Juan de la Cruz, para lugar de su glorioso tránsito. Impresiona comprobar cómo, cuando la memoria de tantos ubetenses ilustres ha desaparecido sin dejar el más leve rastro, subsiste entre nosotros, sin embargo, la celebridad de tantas personas relacionadas con S. Juan de la Cruz.
“En Úbeda el 14 de Diciembre de 1591, murió para los trabajos de la Tierra San Juan de la Cruz”.
El 28 de septiembre entró S. Juan de la Cruz al convento de Úbeda. Lo hizo por la puerta junto a la cual una lápida da, ahora, cuenta de su paso: “Por esta puerta entró enfermo”. Llegó a la ciudad de Úbeda muy enfermo del camino. Había sido un camino largo, penoso, acérrimo. Y el frailecico jadeante, balbuciente, quedaba arrollado al borde del camino: “¡Ay, quién podrá sanarme –acaba de entregarte ya de vero!”.. Al fin llegó San Juan de la Cruz a la ciudad de Úbeda.
Era una dulce tarde septembrina. Montado de su cabalgadura vacilante había atravesado los campos amarillos, los “rastrojos” dolientes, los olivares. Ya en la ciudad, las humildes gentes del pueblo enmudecían de asombro a su paso. El asombro dejaba la estela de una compasión.
La campanita del convento, volteaba, volteaba; el sol ponía una franja de oro en lo alto de las casucas enjabelgadas. Y el frailecico: “Apaga mis enojos, pues que ninguno basta a deshacellos”. Se abrieron las puertas humildes del paredón monástico.. pasarían los días.
Todas las noches, a las doce, iba a llegar a los oídos y al espíritu del santo postrado, el sonido del voltear incesante de la campanita, llamando a Maitines. Por fin en la del catorce de diciembre, el Cisne de Fontiveros musitaría su postrer canto:
“Quedéme y olvidéme-
el rostro recliné sobre el Amado-
ceso todo y dejéme-
dejando mi cuidado-
entre las azucenas olvidado”.
Y se fue a cantar Maitines al cielo.
Biografía de Úbeda. Juan Pasquau