MM. CARMELITAS DESCALZAS

MM. CARMELITAS

HISTORIA

En el año 1595, se estableció este convento en unas casas cedidas y cercanas a la antigua parroquia de Santo Tomás. Fue inaugurado el 9 de junio por la Madre Ana de la Encarnación, compañera de Sta Teresa, siendo Obispo de Jaén D. Francisco Sarmiento. En 1608, se trasladó la Comunidad a la calle Montiel. emprendiéndose la construcción del actual convento, y habiéndosele cedido la parte de muralla contigua al mismo.

En 1665 comenzó la construcción del templo. Dña Josefa Manuel, viuda de D. Luis de la Cueva y Guzmán, costeó en parte la  capilla mayor y doña María de Molina, excelente señora ubetense (camarera de la reina María Teresa, esposa de Luis XIV) contribuyó con generosas donaciones. El 7 de octubre de 1673 tuvo lugar, con extraordinaria solemnidad, la inauguración de la nueva iglesia, que es de planta de cruz latina.

La portada, sencilla, acusa sin embargo las influencias barrocas de la época. El retablo mayor y los laterales, eran de Diego de Alarcón. Existía en este templo de las Descalzas una imagen de Jesús Caído, probablemente de Martínez Montañés y numerosos objetos  de gran valor artístico y  religioso.

El 20 de julio de 1936 los milicianos invadieron el convento y destrozaron los retablos y cuadros. A la noche expulsaron  a las religiosas, consiguiendo las mayores ser acogidas en las Hermanitas de los Pobres. El convento fue cuartel y albergue de refugiados.

Las MM. Carmelitas Descalzas, consiguieron salvar parte de su patrimonio.Ante la incertidumbre que se vivía en los días previos, habían abierto una comunicación con la casa de los monjeros y trasladaron a una habitación los objetos de valor histórico-artístico tabicando luego la pared.

En su interior, las diversas estancias se ordenan en torno a un claustro sencillo, reconstruido en 1687, de dos pisos, con arcos de medio punto sobre pilares. En el patio destacan la fuente, una imagen de la Inmaculada, procedente del desaparecido colegio de Carmelitas de la Caridad de la ciudad, con un naranjo, dando paso a la antigua huerta o jardín.

A lo largo de los siglos, las monjas han ejercido distintos trabajos y oficios, a tenor de los tiempos: Hoy en día tienen un obrador de repostería consolidado con una destacada carta de dulces; entre ellos: roscos, pastas de coñac, empanadillas de cabello de ángel, magdalenas, bizcochos, hojaldres, tortas de manteca, azúcar o chocolate y brazo de gitano; a los que se suman, polvorones, mazapanes y pasteles de Gloria por Navidad y tortas de aceite, borrachuelos y hornazos en Semana Santa.

Actualmente, el Monasterio de la Purísima Concepción de Úbeda cuenta con diez religiosas. A pesar de no ser tan numerosa como en otros tiempos, la comunidad mantiene el espíritu del Carmelo, compaginando la vida común, religiosa y espiritual, con el cuidado del convento, la elaboración de dulces artesanos y el cuidado de las hermanas ancianas.

Puede visitarse una exposición permanente, llamada“Los Tesoros de La Clausuracon parte del patrimonio conventual conservado. El visitante puede admirar su colección de orfebrería, con la Custodia donada por doña Josefa Manuel, así como de tallas de Niños Jesús, entre ellos “el de la Fundación o Mayoral” y “el Mamoncillo”, lienzos, retratos y otros elementos de ajuar litúrgico como el terno funerario de Felipe III.

La celebración de la Santa Misa:

De Lunes a Sábado a las 8,15h

Domingo y festivos: 9,00

INTERIOR
PATIO
COMUNIDAD
CONSAGRACIÓN

EVOCACIÓN

¡Vosotras sois la sal de la tierra!

La sal presta un servicio humilde y silencioso:

no se sirve en bandeja de plata,

ni se coloca en fruteros generosos

sobre la mesa de un festín.

La sal está presente sin mostrarse.

Para cumplir su misión tiene que disolverse, 

desaparecer, morir,

pero su papel es importante.

Sin ella los alimentos son insípidos

y las viandas se corromperían con rapidez.

Vuestras vidas silenciosas y humildes

tienen que dar sabor a la existencia de los hombres

porque en sus vida falta:

la sal de la fe, de la esperanza y del amor.

¡Le falta mucha sal a la existencia de los hombres!

En el mundo es imprescindible la sal de vuestro sacrificio,

de vuestra consagración al Señor,

para que no se corrompa;

para que el mundo guste el sabor a Dios.

Vosotras dais sentido a la vida del hombre,  en silencio,

con la sencillez de vuestra pobreza,

con la humildad de vuestra  obediencia,

con la pureza de vuestra castidad.

Pero tenéis que morir al mundo,

disolveros como la sal… desaparecer.

Sólo al precio de vuestro sacrificio callado,

serán fecundas

vuestra fe,

vuestra esperanza,

vuestro amor,

vuestra vida toda…

Y así seréis la sal de la tierra.

Poema dedicado a las Monjas Contemplativas

José Laguna.

MUSEO
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